Consideraciones generales

  Algunos de los aspectos más relevantes de la psicología del caballo y cómo aprovecharlos   para     mejorar nuestra relación con ellos.

El presente artículo y los subsecuentes tienen el objeto de dar a conocer y explicar los aspectos más relevantes de la psicología del caballo a fin de proporcionarnos lo elementos básicos para mejorar nuestra relación humano-equino.
            Estos artículos se basan en el libro “Understanding the Ancient Secrets of the Horse’s Mind” escrito en 1999 por Robert M. Miller, prestigiado médico veterinario norteamericano y experto en comportamiento equino, quien ha publicado numerosos libros, videos, documentos científicos y artículos de difusión, y ha impartido clínicas y cursos en todo el mundo en distintos temas relacionados con el comportamiento equino.
            La historia de la raza humana y la del caballo están íntimamente entrelazadas. Nuestra fascinación por el caballo data por lo menos desde nuestros antepasados de las cavernas, quienes ya plasmaban imágenes de estas criaturas en las paredes de piedra.
El caballo le confirió en un inicio al hombre una fuente de alimento; posteriormente, con su domesticación, el caballo fungió como bestia de carga, medio de transporte, fuerza para arar el campo y arma de guerra. Además de todo esto, actualmente el caballo juega un importante papel en la economía, así como en competencias y como recreación.
            Como consecuencia de la amplia gama de usos que se le ha dado, el hombre ha producido un sinnúmero de razas de caballos enfatizando las características más adecuadas a dichos usos. Tenemos razas de caballos de todos tamaños, colores, velocidades, fortalezas, resistencia, etc., producto de los esquemas de selección a los que hemos sometido a los equinos.
            Sin embargo, aún hoy todos los caballos del mundo comparten ciertas características comunes y universales producto de su evolución, impresas en su código genético, que son las que le dan una identidad propia como caballo.
            Entender esas características es de una utilidad invaluable para cualquier humano que pretenda tener una relación con esta maravillosa especie animal. A continuación se describen las diez principales características de la psicología del caballo.
En su estado natural, la huída constituye el comportamiento de sobrevivencia básico. El habitat natural del caballo es el pastizal, la pradera y la estepa y sus depredadores naturales siempre fueron los grandes felinos, los caninos y el hombre. Anatómica, fisiológica y psicológicamente, el caballo evolucionó como velocista, por lo que la huída se convirtió en su herramienta básica para sobrevivir. Por esta razón, el caballo tiene un instinto innato de escapar de cualquier peligro real o imaginario.
Las especies presa o depredadas deben ser más perceptivas que los depredadores para sobrevivir. En su estado natural, el caballo vive con el peligro constante de ser comido por los depredadores, de ahí que esté programado para estar permanentemente al tanto de cualquier peligro y emprender inmediatamente la huída. Los caballos tienen una habilidad inigualable para percibir estímulos sensoriales. Nosotros, como humanos, en el mejor de los casos, sólo podemos imaginarnos la fineza de los sentidos que poseen los caballos.
El caballo tiene el tiempo de respuesta más rápido de las especies domésticas comunes. El tiempo de respuesta se define como la habilidad de percibir un estímulo y reaccionar ante él. Las especies depredadas deben tener tiempos de respuesta más rápidos que los depredadores para no ser alcanzados por éstos.
El caballo puede ser desensibilizado más rápidamente que cualquier otra especie a estímulos potencialmente peligrosos. Siendo el caballo una especie cuya principal herramienta de sobrevivencia es la huída y con un tiempo de respuesta tan rápido, requiere de esta desensibilización, pues, de lo contrario, pasaría toda su vida corriendo. Gracias a esta característica, los caballos aprenden a ignorar aquellos estímulos extraños o repentinos, pero no peligrosos, como rodaderas, rayos, codornices y otros grandes herbívoros como bisontes, venados o ganado.
El caballo no sólo se desensibiliza más rápidamente que las otras especies, sino que también puede aprender con la misma velocidad. Si la primera experiencia de un caballo, como la primera silla, desparasitación, subida al remolque, etc. Fue traumática, el caballo siempre temerá a ese procedimiento.
La memoria del caballo es casi infalible; aunque los caballos no olvidan nada, por fortuna tienen la virtud de perdonar. De no ser por ésto, la mayoría de los entrenadores profesionales no podrían subsistir. Los caballos pueden sobreponerse a métodos de entrenamiento inapropiados y desempeñarse satisfactoriamente en sus disciplinas.
El burro y la mula tienen tan buena memoria como el caballo, pero a diferencia de éste, ellos no perdonan, por lo cual su entrenamiento es mucho más complicado. Todos los entrenadores de mulas pueden entrenar caballos, pero no todos los entrenadores de caballos pueden entrenar mulas.
Los caballos clasifican cada experiencia aprendida en aquéllas a las cuales no temer y por lo tanto, ignorar, y aquéllas a las cuales temer, y por lo tanto de las cuales escapar. Ésto es muy útil en condiciones naturales y aprovecha la extrema memoria de los caballos; sin embargo, en condiciones domésticas, puede ocasionar problemas cuando el caballo no ha sido apropiadamente familiarizado con algún procedimiento.
De todos los animales domésticos comunes, el caballo es la especie más dominable. El caballo es un animal de grupo, sujeto a una jerarquía de dominancia ya que es un animal de huída. El caballo necesita un líder que le indique cuándo y a dónde escapar, por lo cual rápidamente se somete a ese liderazgo. Aún ciertos individuos que por naturaleza son dominantes se someten a un líder humano, si éste sabe cómo lograrlo.
El caballo es la única especie doméstica común que ejerce su dominancia y determina su jerarquía controlando el movimiento de sus compañeros. Es de entenderse que en una especie en la cual la habilidad de escapar puede significar la vida o la muerte, el control del movimiento sea el medio para establecer el liderazgo. Los caballos dominantes realizan gestos amenazadores hacia los miembros subordinados y éstos, al ceder su espacio reafirman la posición de dominancia del líder.
El control del movimiento es la base del entrenamiento de todas las disciplinas ecuestres. Los caballos aceptan nuestra dominancia cuando los hacemos moverse o no moverse, cuando ellos preferirían lo contrario. De esta manera, los entrenadores usan muchas técnicas para controlar la huída de los caballos. Estas técnicas incluyen corrales redondos, riendas largas, picadero, flexión lateral y vertical del cuello, control lateral del tren anterior y posterior, etc.
Cada especie manifiesta sumisión mediante gestos y posturas entendidas instintivamente por los demás miembros de la especie. Los caballos muestran ciertas señales cuando están dispuestos a someterse a una dominación. El humano debe aprender ese lenguaje, el cual es único en la especie equina.
El caballo es una especie precoz, lo que significa que está neurológicamente maduro desde que nace. Esta característica es común entre las especies depredadas. Al contrario de las especies depredadoras, en las cuales generalmente las crías al nacer son muy vulnerables y dependen de los cuidados y protección intensiva de la madre o ambos padres, las especies depredadas deben ser capaces rápidamente de reconocer un peligro potencial y escapar de él.
El mejor momento para enseñar a los caballos es exactamente después del parto, en el momento en que ellos visualizan y memorizan todo lo que ven, se mueven y quieren seguir y respetar (generalmente a la madre).
            En capítulos subsecuentes se profundizará en el análisis de éstas características, y en la forma de aprovecharlas a favor mutuo, para mejorar nuestra relación humano-equino


El Instinto de Huída en el Caballo

De los animales domésticos comunes, el caballo es el único cuya principal herramienta de sobrevivencia es la huída.
Un examen básico de la anatomía de cada especie nos revela cuál es su principal herramienta de defensa: los caninos se defienden del peligro utilizando sus dientes; además de los dientes, los felinos también aprovechan sus garras retráctiles. En el caso del ganado bovino, los ovinos y los caprinos, tanto los machos como las hembras poseen cuernos, los que nos indica que éstos constituyen su principal arma de defensa; por el contrario, en la mayoría de las especies de venados, únicamente los machos desarrollan astas, y sólo por una temporada del año (época de celo), lo cual nos indica que éstos son utilizados para competir con otros machos de la misma especie por territorio y hembras. En los venados, como en el caballo, la huída constituye también en el principal mecanismo de sobrevivencia.
Los colmillos del jabalí, el cuerno del rinoceronte, las características anatómicas del zorrillo, puercoespín, armadillo y tortuga, nos revelan la principal herramienta de defensa de cada especie.
El caballo desciende del Eohippus, un pequeño animal con extremidades provistas de dedos que habitaba en los pantanos. Con el tiempo, dichos pantanos se fueron secando, cediendo espacio a praderas y sabanas, lo cual originó que el caballo, para sobrevivir, se adaptara a ese medio ambiente huyendo de sus depredadores (felinos y caninos), aumentando su tamaño, perdiendo los dedos de sus extremidades para lograr una mayor velocidad y sufriendo otras modificaciones hasta llegar a lo que es el caballo actual.
El instinto de huída del caballo es el responsable de la alta incidencia de accidentes, tanto para el hombre como para el caballo mismo en el medio ambiente doméstico. Ésta es la razón por la que el caballo puede ser difícil de manejar y se requiera habilidad y conocimiento para hacerlo. Es también la razón por la cual frecuentemente pensamos que el caballo es “tonto”, sin embargo, gracias a la huída el caballo sobrevivió en un medio ambiente hostil de espacios abiertos y con disponibilidad de zacate; no en un medio lleno de cercos, caballerizas, corrales, remolques y caminos pavimentados.
No deja de ser sorprendente la capacidad de esta especie de adaptarse tan eficazmente a las exigencias de la vida doméstica impuestas por el hombre, quien, por cierto, ancestralmente fue uno de sus principales depredadores.
La huída, que puede ser tan problemática, constituye también la razón gracias a la cual el caballo es tan útil para nosotros. Al encauzar, dirigir y modular este instinto de huída, el hombre ha logrado aprovechar esta especie para las más diversas tareas.
Cuando manejamos otras especies de equinos, comúnmente cometemos el error de considerar que los principios y métodos utilizados con los caballos son adecuados para ellas; sin embargo, esto no es necesariamente cierto. El burro y la mula son parecidos al caballo en muchos sentidos; no obstante, como ya se mencionó, el caballo evolucionó en pastizales que anteriormente fueron pantanos y gradualmente se secaron. Su aparato digestivo se adaptó (por lo menos parcialmente) de una alimentación consistente en plantas suculentas a otra basada en gramíneas y pastos secos; creció de tamaño; aumentó su velocidad, sus dedos múltiples evolucionaron a un solo dedo rígido, más eficiente para la carrera en el pasto; su instinto de huída se agudizó y su tiempo de respuesta se redujo.
El burro, por otro lado, se adaptó a un medio ambiente más árido, y frecuentemente más abrupto (quebrado) y pedregoso. Se adecuó a vivir en lugares de escaso forraje, soportando altas temperaturas, conservando la humedad y viajando largas distancias en busca de agua y alimento. También se hizo mucho menos huidizo que el caballo, pues en el tipo de terreno en que se desarrolló la mayoría de las especies de asnos, una huída a ciegas podría ser desastrosa. Por lo tanto, estos animales, ante un peligro, toman una decisión antes de actuar: pueden correr como un caballo, pueden atacar o simplemente pueden quedarse quietos para pasar desapercibidos, rehusando a moverse hasta analizar la situación y decidir la mejor respuesta. En el caso de la mula, como híbrido, puede tomar tanto el comportamiento del caballo, como el del burro.


La Extraordinaria Capacidad Sensorial del Caballo

La percepción consiste en estar al tanto de los estímulos del medio ambiente. Las especies depredadas deben ser más perceptivas que los depredadores para sobrevivir. Ésta es la razón por la cual el caballo es una especie altamente perceptiva, de hecho, la más perceptiva de las especies domésticas comunes. Los humanos, como especie depredadora somos mucho menos perceptivos. Es muy difícil para nosotros entender y dimensionar cabalmente la finísima capacidad sensorial de los caballos.
Los caballos poseen los mismos cinco sentidos que nosotros: vista, tacto, oído, gusto y  olfato.
Los humanos evolucionamos como cazadores y recolectores. Nuestra comida se obtiene durante el día y en la noche nos guarecemos en lugares encerrados (cuevas, casas, etc.), por lo cual no tenemos una buena visión nocturna. Como cazadores diurnos, nuestra principal herramienta es la vista. Tenemos los ojos al frente, lo que nos brinda una excelente visión binocular y estereoscópica con un sentido muy preciso de la profundidad. Nuestra capacidad de enfoque es sobresaliente, pudiendo cambiar nuestro enfoque de unos cuantos centímetros hasta el infinito con mucha rapidez.
Nuestro sentido del oído es deficiente, comparado con el perro, el gato o el caballo. También nuestro sentido del olfato está menos desarrollado que el de la mayoría de las especies. Aunque tenemos mejor sentido del gusto, éste sentido no es muy útil como herramienta de supervivencia. Respecto al sentido del tacto, en realidad éste también es inferior que el del caballo, exceptuando las yemas de los dedos.
Tendemos a subestimar el entendimiento que tiene el caballo de una situación, porque su percepción sobrepasa a la nuestra. El caballo puede detectar estímulos mucho más vagos que nosotros como sonidos, olores o hasta muestras de hostilidad o agresión de nuestra parte, lo cual desencadena frecuentemente la reacción de escape.
Si el caballo está imposibilitado a huir por estar encerrado o amarrado, esta reacción de escape se manifestará como pánico, un intento violento de huir, o como un comportamiento alterno de defensa (golpear o patear). El hombre, al no percibir la causa, atribuirá este comportamiento como estupidez o perversidad del animal.

.- La visión del caballo constituye en su principal sensor de peligro, y este sentido es el que más cuesta entender al humano. En algunos aspectos, la visión del caballo es inferior a la del humano, sin embargo, ésta fue diseñada con otro propósito. Los caballos tienen una visión pobre de colores, perciben la mayoría de las cosas en tonos negros, grises y blancos, por lo cual el blanco y el negro son los colores más visibles para ellos de forma que los objetos de estos colores son los más atemorizantes para el caballo, especialmente si éste no se encuentra familiarizado con ellos. Visión
El poder de enfoque del caballo no se basa en lentes elásticos, como nosotros, que pueden cambiar de forma, sino en una retina diseñada de tal forma que diferentes partes de ella pueden ver claramente objetos a distancias específicas. Es como si los caballos usaran lentes trifocales, lo cual determina que, por ejemplo, el caballo debe memorizar la ubicación y la altura del obstáculo antes del salto, pues, de hecho, el caballo no puede verlo cuando está muy cerca de él. Por esta razón los caballos tienen que menear su cabeza y arquear el cuello para ver un objeto en el suelo al frente de ellos, y porqué bajan la nariz y huelen el objeto para identificar lo que no distinguen claramente.
Los caballos no tienen nuestra percepción de la profundidad. Al igual que otras especies depredadas, sus ojos están ubicados a los lados de su cabeza para poder descubrir a los depredadores al acecho. Ésta es la causa de la desconfianza del caballo a los charcos de agua: el caballo no puede saber si el charco tiene sólo unos centímetros de profundidad o varios metros. Igualmente, el interior de un remolque o una caballeriza es para el caballo un túnel o una cueva sin fin. En su estado natural, para el caballo los depredadores provienen de las cuevas.
Por otro lado, tener los ojos a los lados tiene sus ventajas: Hay sólo un punto ciego enfrente de la cabeza y otro justo detrás, pero con una simple flexión del cuello a cada lado, el caballo puede ver todo lo que hay a su alrededor, a los 360°. Con este diseño, cada ojo ve distintas cosas, y manda distintas señales al cerebro.
Los ojos de los caballos brillan en la oscuridad debido a que poseen un reflector especial llamado “tapetum lucidum”. Esta estructura incrementa significativamente su habilidad de ver de noche. De hecho, la visión nocturna del caballo es tal, que los humanos difícilmente podemos imaginarla.
El ojo equino, además tiene una habilidad inigualable de detectar movimiento. Un caballo no deja de percibir un pájaro revoloteando entre los árboles, o el movimiento de la oreja de una vaca escondida entre los matorrales. Los caballos son por esto más nerviosos cuando hay fuertes vientos. Si un caballo no manifiesta una reacción de alarma ante algo que se mueve inesperadamente, se debe a que está desensibilizado a este tipo de estímulo, no a que le haya pasado desapercibido.
.- La sensibilidad al tacto que el caballo tiene en todo su cuerpo, el humano sólo la tiene en la punta de sus dedos. Un caballo percibe perfectamente a una mosca posarse en su pelo (no se diga en su piel). El caballo siente el cambio más sutil en la postura o peso del jinete, a través del sudadero y la montura. La base de la alta escuela y el adiestramiento consiste en la respuesta condicionada del caballo a las ayudas táctiles del asiento, piernas y manos. Tacto
Esta sensibilidad combinada con la capacidad atlética del caballo es la responsable, por ejemplo, de los reparos en el caballo de jineteo, o de los problemas de manejo de muchos caballos durante el herrado o durante los procedimientos veterinarios.
Esta capacidad de los caballos también puede ser aprovechada: luego de ser desensibilizados a un estímulo táctil, a los caballos les gusta ser frotados intensamente. Ante un caballo que muestra miedo o evasión a un estímulo como cepillado, herrado, ensillado o hasta palpación, la persona puede transformar este comportamiento en otro de aceptación y relajamiento, siempre y cuando no se involucre ningún dolor y se utilicen las técnicas apropiadas.
- El sentido del oído de los caballos es mucho más agudo que el de los humanos. Ellos pueden detectar sonidos que nosotros no somos capaces de percibir y, al igual que con los estímulos visuales, los categorizar y memorizan con extraordinaria habilidad. Oído.
Por esta razón es importante que revisemos nuestros estímulos auditivos hacia los caballos, por ejemplo el “clic clic” para que el caballo avance y el “oh” para que se detenga. Si constantemente estamos apurando al caballo con el “clic clic” éste se desensibilizará y dejará de responder. Si usamos el “oh” para que el caballo se detenga, para que baje su velocidad, para que permanezca quieto, para que se tranquilice, etc., le estamos mandando una señal confusa, pues el “oh” debe tener un solo significado.
.- Como ya se dijo, el sentido del gusto es menos importante que los demás en cuanto a supervivencia se trata. Gusto
Al observar a los caballos morder las cercas de madera, la cama de la caballeriza (aserrín u otro material), los arreos y guarniciones con que los manejamos, etc., podemos pensar que tienen un sentido del gusto indiscriminado.
Sin embargo, ésto no es cierto, los caballos son muy cuidadosos de lo que comen, y sobre todo del agua que beben. Un cambio en el agua puede ocasionar que dejen de beber. A los caballos no les gusta el sabor del agua estancada, sucia o contaminada, o el agua que no tiene sabor. Si el alimento contiene algún ingrediente que desagrade al caballo, podemos observar cómo consume aquéllas porciones que no contienen dicho ingrediente, y dejará todo lo que pueda de él.
- El sentido del olfato del caballo, igual que el del perro, es tan superior al nuestro que ni siquiera podemos imaginarlo. Olfato.
Siendo un animal depredado, el caballo es especialmente sensible al olor de los depredadores (incluido el hombre), los cuales, dado que comemos carne y grasa animal, olemos a carne y grasa animal.

En nuestra relación con los caballos, frecuentemente encontramos que muestran reacciones de alarma sin “ninguna razón”, sin embargo, con nuestros sentidos menos desarrollados o diseñados en forma distinta, ésta es nuestra interpretación. Los agudos sentidos del caballo le indican que el peligro puede estar cerca, y su reacción inmediata será huir.
Si, como respuesta a este comportamiento, nosotros castigamos al caballo y le inflingimos algún dolor, entonces le estamos confirmando que él tenía razón al querer escapar, y para la siguiente ocasión que perciba el mismo estímulo, reaccionará con más violencia.
La clave para la correcta interpretación del comportamiento del caballo consiste en entender el mundo desde su perspectiva. Su apreciación del mundo se basa en sus sentidos. La motivación del caballo es buscar la seguridad y la comodidad. Él dá por sentado que debe escapar para protegerse si siente algún peligro. Un caballo no soportará voluntariamente la incomodidad por mucho tiempo. Si continuamente respondemos con un comportamiento que le causa más incomodidad o que atenta contra su sentido de seguridad, estaremos generando un deseo de huída.
La percepción del caballo es diferente a la nuestra, así que, para entender su comportamiento, debemos entender su perspectiva del mundo.


 El Tiempo de Respuesta del Caballo

El tiempo de respuesta o tiempo de reacción es la duración entre la percepción de un estímulo y la reacción al mismo. Aunque por su gran tamaño, parece sorprendente, el tiempo de respuesta del caballo es el más corto de las especies domésticas. Muchos podemos testificar, por ejemplo, que la patada de un caballo es tan rápida que el humano difícilmente puede evadirla; de hecho, el movimiento en sí es incluso difícil de ver para el ojo humano.
            De todos los deportes equinos, ninguno ofrece un ejemplo más vívido de esta extraordinaria habilidad equina que los caballos cortadores. Para gente sin experiencia sería mucho más sencillo presenciar este deporte en video, en cámara lenta.
            En este deporte la vaca, especie también depredada (y por lo tanto con un tiempo de reacción sobresaliente), al ser cortada hará su mejor esfuerzo por reintegrarse a la seguridad del grupo corriendo y cambiando de direcciones a alta velocidad.
            En la competencia se requiere que el caballo haga el trabajo sin la ayuda del jinete. En este caso es la vaca la que inicia siempre el movimiento y generalmente sus movimientos son superados por la mayor velocidad y tiempo de respuesta del caballo.
            En este deporte, el jinete deja tomar sus propias decisiones al caballo bien entrenado, pues de lo contrario sólo le estorbaría, ya que de las tres especies (hombre, caballo y vaca), el humano es, y con mucho, quien tiene un tiempo de respuesta más lento, por lo cual sólo puede ir “detrás” del movimiento.
            Es claro que para enseñar al caballo a cortar, se empieza gradualmente hasta que los movimientos del caballo se vuelven respuestas condicionadas, pero, aún así, sin la superioridad en el tiempo de respuesta, ningún entrenamiento bastaría para que el equino pudiera dominar la vaca.
            Esta habilidad puede observarse en un sinnúmero de disciplinas ecuestres más: caballos de carreras saliendo de los cajones, caballos de polo en acción, las reacciones del caballo de rodeo lazando un becerro, los espectaculares movimientos de un caballo rejoneador al esquivar la letal embestida del toro, etc.